sábado, 1 de mayo de 2010

Segundo periodo

Vitalismo

El vitalismo es la posición filosófica caracterizada por postular la existencia de una fuerza o impulso vital sin la que la vida no podría ser explicada. Se trataría de una fuerza específica, distinta de la energía estudiada por la física y otras ciencias naturales, que actuando sobre la materia organizada daría por resultado la vida. Esta postura se opone a las explicaciones mecanicistas que presentan la vida como fruto de la organización de los sistemas materiales que le sirven de base.

Es un aspecto del voluntarismo que argumenta que los organismos vivos (no la materia simple) se distinguen de las entidades inertes porque poseen fuerza vital (o élan vital, en francés) que no es ni física, ni química. Esta fuerza es identificada frecuentemente con el alma de la que hablan muchas religiones.

Los vitalistas establecen una frontera clara e infranqueable entre el mundo vivo y el inerte. La muerte, a diferencia de la interpretación mecanicista característica de la ciencia moderna, no sería efecto del deterioro de la organización del sistema, sino resultado de la pérdida del impulso vital o de su separación del cuerpo material.




Historia del vitalismo

Ante el fracaso del mecanicismo cartesiano en la explicación de la singularidad de lo orgánico, el vitalismo empieza a expandirse por Europa a finales del siglo XVIII. En biología, este cuadro teórico tuvo un momento fecundo, porque apartaba lo vivo, del mecanismo y las explicaciones causales reductivas. del pensamiento cartesiano (siglo XVII), sin caer en lo sobrenatural. En sentido estricto, el término "vitalismo" designa la escuela de Montpellier y su principal exponente Paul Joseph Barthez (1734-1806). También incluye:

En un sentido amplio el vitalismo incluye las ideas posteriores de:

Esta hipotesis fue descartada por la mayoria de los cientificos en el momento que Friedrich Wöhler sintetizó un compuesto orgánico (urea) a partir de compuestos inorgánicos en 18281 y luego le escribió a Berzelius, que había sido testigo de una gran tragedia de la ciencia, la muerte de una bella hipotesis por un hecho feo. La bella hipótesis fue el vitalismo, el hecho feo era la placa con los cristales de urea.2

Según3 el vitalismo es parte de la base de muchas pseudociencias.



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